Amando a nuestros “enemigos” como nos enseñó Jesús
A Madona
Aquí a tus pies lanzada, pecadora, contra tu tierra azul, mi cara oscura, tú, virgen entre ejércitos de palmas que no encanecen como los humanos.No me atrevo a mirar tus ojos puros ni a tocarte la mano milagrosa; miro hacia atrás y un río de lujurias me ladra contra tí, sin Culpa Alzada. |
Una pequeña rama verdecida en tu orla pongo con humilde intento de pecar menos, por tu fina gracia,ya que vivir cortada de tu sombra posible no me fue, que me cegaste cuando nacida con tus hierros bravos. |
Tú me quieres alba
Tú me quieres alba, me quieres de espumas, me quieres de nácar. Que sea azucena sobre todas, casta. De perfume tenue. corola cerrada.Ni un rayo de luna filtrado me haya. Ni una margarita se diga mi hermana. Tú me quieres nívea, tú me quieres blanca, tú me quieres alba.Tú que hubiste todas las copas a mano, de frutos y mieles los labios morados. Tú que en el banquete cubierto de pámpanos dejaste las carnes festejando a Baco. Tú que en los jardines negros del Engaño vestido de rojo corriste al Estrago. Tú que el esqueleto conservas intacto no sé todavía por cuáles milagros, me pretendes blanca (Dios te lo perdone), me pretendes casta (Dios te lo perdone), ¡Me pretendes alba! |
Huye hacia los bosques, vete a la montaña; límpiate la boca; vive en las cabañas; toca con las manos la tierra mojada; alimenta el cuerpo con raíz amarga; bebe de las rocas; duerme sobre escarcha; renueva tejidos con salitre y agua; habla con los pájaros y lévate al alba. Y cuando las carnes te sean tornadas, y cuando hayas puesto en ellas el alma que por las alcobas se quedó enredada, entonces, buen hombre, preténdeme blanca, preténdeme nívea, preténdeme casta. |
Alfonsina no quiso abortar a su hijo Alejandro
Leemos la Introducción al libro Poesía Selecta de Alfonsina Storni, redactado por su hijo Alejandro Alfonso Storni:
… ya puede pensase – no sin razón – que el “gran antólogo” ha dado su veredicto; pues, entonces, modesta es mi contribución al rescatar aquellas poesías donde la rebeldía, las rosas, la primavera, el dolor, el mar y la muerte cobra de por sí valor de biografía.
Vida de Alfonsina
Alfonsina Storni Martignoni nació el 22 de mayo de 1892 en Sala Capriasca, Suiza. Hija de Alfonso Storni y Paulina Martignoni.
A los cuatro años está en San Juan, Argentina.
Extraemos de escritoras.com :
Desde su llegada a San Juan la familia está en una situación miserable. Se trasladan a Rosario en 1901 y prueban suerte con un Café Suizo en el que Alfonsina limpia y sirve.
Con 12 años Alfonsina escribe su primer poema, triste y centrado en la muerte, y lo deja bajo la almohada de su madre para que esta lo lea. A la mañana siguiente, mediante varios coscorrones, su madre le explica que la vida es dulce.
Su padre, depresivo y alcohólico, fallece en 1906 y Alfonsina, que no para de escribir poemas, entra a trabajar en un taller de gorras.
Alfonsina se traslada a Coronda para estudiar Magisterio, trabaja como celadora en la escuela, pero el dinero que le queda tras pagar la pensión no le da para vivir y tiene que hacer escapadas a Rosario para cantar en un teatrillo como corista. Se descubre en Coronda su trabajo como cantante y Alfonsina piensa en suicidarse tirándose al agua.
Publica sus primeros versos en las revistas Mundo rosariano y Monos y Monadas y tiene su primer desengaño amoroso con un hombre casado mayor que ella que la deja embarazada. Alfonsina, avergonzada ante la sociedad puritana, se refugia en Buenos Aires y da a luz a Alejandro el 21 de Abril de 1912; ella tenía 20 años.
Su primer libro de versos es La inquietud del rosal; se lo enseña al poeta Felix B. Visillac que consigue que sea publicado. Se consagra como escritora y a ese libro le seguirán varios.
Se le descubre un tumor en el pecho; se lo extraen con éxito, pero la terapia de rayos es tan dolorosa que no la sigue. Alfonsina se retrae y apenas sale a la calle. Vive sus últimos años atemorizada por la muerte. El 25 de octubre de 1938 hallan el cuerpo de Alfonsina Storni en la playa de La Perla, en Mar del Plata.
Solari Parravicini, el Nostradamus argentino, anticipa la muerte de Alfonsina
Alfonsina
En el mediar de una madrugada de finales de octubre, el joven de Leo fue sorpresivamente alejado de su sueño por un inexplicable temblor de intenso frío, y por un penetrante olor de playa y mar que invadía su habitación en baja temperatura.
Incorporado en su lecho, y cuando se disponía a indagar la causa del repentino fenómeno, escuchó en el interior de su oído una fina y angustiosa voz que le ordenó diciendo: “Escriba, escriba,..”.
Y el joven de Leo, entonces, con no poca dificultad, escribió:
Noche de sal — de tiempo quebrado —
De retazos de vidas que fueron —
Vidas que no fueron.
Mas, me perdieron — ¡fueron mías!
Olvidé el decir de mi palabra,
A quien debió decir su olvido.
No fui malvada; mas — me lo dijeron —
No fui enemiga; mas — me lo achacaron —
Queden con esos galardones míos,
Aquellos que bien les caiga —
el sayo que hoy entrego —
Marcho hacia el mar — él me llama — ¡iré!…
Penetré sus brazos de bronce y luna,
bajo su voz de león liberto —
¡iré!…
Su nobleza obliga — a mi nobleza herida.
Marcho a mis olas
Ellas comentarán mi ausencia —
Llorarán mis días —
Callarán mi hora.
Ellas repetirán mi adiós — eternamente —
¡En amor!…
Alfonsina
Mar del Plata
Octubre 1938
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Finalizada la escritura, el joven de Leo, casi sin noción de lo que le sucedía, abandonó el cuaderno y retornó al sueño.
En la mañana quedó perplejo ante lo escrito. Sin comprender, se dijo: “Lo llevaré al Banco; mi secretario, como poeta e hijo de poeta, comprenderá”.
Ya llegando a su oficina, su secretario. Belisario Roldan hijo, le dijo: “¿Ha leído la enorme pérdida que hemos sufrido? Anoche en Mar del Plata se suicidó Alfonsina Storni.
Cuando el joven de Leo le entregó el escrito recibido, emocionado, Belisario exclamó: “¡Eternamente las olas repetirán su adiós… en amor!”.
Mensaje personal
Usted Alfonsina le pidió perdón a la Virgen y yo, arrogándome la representación del varón, quiero pedirle perdón a usted y a todas las mujeres. Pido como usted en esa poesía, poder pecar menos.
Fuentes: Alfonsina Storni – Poesía selecta, cervantesvirtual.com, escritoras.com, latino-poemas.net, Dibujos proféticos Tomo I Benjamín Solari Parravicini por Sigurd Von Wurmb
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