El Credo

La oración del Credo resume los principios básicos de la fe cristiana de una manera sencilla, es un compendio que proclama a Dios como creador de todo, refleja el génesis, manifiesta la Divinidad Trinitaria (Padre – Hijo – Espíritu Santo) y expresa el proceso para la salvación de la humanidad.

El Credo se recita, durante la celebración de la misa católica, en la que los fieles confirman su fe en Dios y en los dogmas de fe,  esta reafirmación de la fe, relata la historia de Jesucristo, su paso por la tierra, su sufrimiento y entrega a la salvación de los seres humanos.

Credo de los Apostólicos

Origen del Credo

Después de la Resurrección de Jesucristo, los tres primeros siglos en la historia de la iglesia se caracterizaron por las persecuciones de las autoridades romanas para desaparecer y destruir el mensaje cristiano y a sus seguidores.

Constantino que luchaba por hacerse del poder imperial romano, en vísperas de una batalla en el año 312, tuvo la revelación de la cruz y a partir de ese momento, ordenó colocar en los escudos de sus soldados el símbolo cristiano, obteniendo finalmente la victoria; se convirtió al cristianismo y al año siguiente emitió el Edicto de Milán, decretando el cese a la persecución de los cristianos y la devolución de todos los bienes confiscados.

Durante el año 324, cuando Constantino se convierte en el emperador absoluto de todo el Imperio Romano, la iglesia comienza a manifestarse abiertamente, iniciando la construcción de esplendidas basílicas a lo largo del territorio.

El Credo se reza desde entonces a lo largo de los siglos  ha tenido varias versiones, pero hay dos versiones que son las aceptadas y rezadas en las misas, uno de ellos es un poco más largo, pero ambas resumen la fe.

El credo de los Apóstoles :  fue escrito en el segundo siglo d.C y se derivó de Mateo 28:19. Normalmente se reza en la misa así como también se utiliza como profesión de fe en el sacramento del Bautismo.

Está basado en la síntesis de las enseñanzas de fe transmitida por los apóstoles.

El Credo de los Apóstoles, llamado también Símbolo de los Apóstoles, es considerado el resumen fiel de la fe de los apóstoles y es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia Católica Romana.

El credo Niceno : El mismo surgió del Concilio Ecuménico de Nicea con un contenido más extenso y profundo que el Credo de los Apóstoles.

En el año 325 Nicea fue la sede del primer Concilio Ecuménico reconocido por todas las Iglesias (católicos, ortodoxos y evangélicos) sin excepción. Sin embargo, hay un hecho que sorprende y es que fue convocado por el Emperador Constantino, que pocos años antes había acogido la religión cristiana en el Imperio Romano.

La conclusión del Concilio fue la expresión de una fórmula que expresa la substancia de la fe, llamada Símbolo Niceno y que proclama la plena «consubstancialidad» de Cristo, verdadero Dios, con el Padre y con el Espíritu Santo. No fue creado, sino generado por Padre antes de todos los siglos, se encarnó por obra del Espíritu Santo en Jesús de Nazaret, quien fue crucificado, murió y resucitó.

Diferencias entre ambos Credos

El credo de los Apóstoles se fue desarrollando con el paso de los años, mientras que el de Nicea fue redactado en dicho Concilio Ecuménico.

La diferencia principal es que en el Credo de Nicea se especifica con mayor detalle la naturaleza de Jesucristo, dando a entender que Cristo y Dios son idénticos. Jesucristo no está hecho, sino engendrado, es de la misma naturaleza que su Padre. En el caso del Espíritu Santo, se define como la forma de dar Vida entre Dios y el Hijo, que también es Dios.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.

Amén.

Credo Niceno

Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios,
Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros lo hombres,
y por nuestra salvación
bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia,
que es una, Santa, Católica y Apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.

Amén.

 

Fuentes: Aciprensa, Wikipedia, Catholic Net, La Stampa.

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