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Jesús profetiza la destrucción de Israel

Visión de María Valtorta:

El miedo del futuro los enmudece. Se decide a hablar Eliel:
-¿Tú nos aconsejas…?
-Sí. Idos. Ya nada habrá aquí suficientemente válido como para retener a los hijos del pueblo de Abraham. Además, especialmente vosotros, notables del pueblo, no seríais respetados… Los poderosos hechos prisioneros embellecen el triunfo del vencedor. El Templo nuevo e inmortal llenará de sí la Tierra, y todo el que me busque me tendrá, porque donde un corazón me ame, allí estaré Yo. Idos. Llevaos con vosotros a vuestras mujeres, a vuestros hijos, a los ancianos… Vosotros me ofrecéis salvación y ayuda, Yo os aconsejo que os pongáis en salvo, y os ayudo con este consejo… No lo despreciéis.
-Pero ya… ¿qué más daño nos va a causar Roma? Ya estamos dominados. Y, aunque su ley sea dura, también es verdad que Roma ha reedificado casas y ciudades y…
-En verdad, sabedlo, en verdad, ni una sola piedra de Jerusalén quedará intacta. Fuego, ariete, hondas y jabalinas caerán, morderán, desbaratarán todas las casas, y la Ciudad sagrada se transformará en antro. Y no solo Jerusalén… Esta Patria nuestra se transformará en antro. Lugar de onagros y chacales, como dicen los profetas.

Los romanos dominaban Judea. En el año 66 los judíos se rebelaron y en el 70 Tito arrasó Jerusalem saqueando y destruyendo el Templo. Foto: relieve sur del Arco de Tito donde se ve la Menoráh o candelabro de 7 brazos

Y no durante un año o algunos años, o durante siglos, sino para siempre. El desierto, la sequía, la esterilidad… ¡Ésta será la suerte de estas tierras! Campo de luchas, lugar de torturas, sueño de reconstrucción destruido una y otra vez por una condena inexorable, intentos de resurgimiento ahogados en el momento de su nacimiento: la suerte de la tierra que rechazó al Salvador y quiso un rocío que es fuego sobre los culpables.
-¿Entonces… entonces no volverá a haber nunca un Reino de Israel? ¿Ya nunca más seremos lo que soñábamos ser? – preguntan con voz entrecortada los tres notables judíos. (El escriba Joel llora)…
-¿Habéis observado alguna vez un árbol añoso con la médula destruida por una enfermedad? Durante años vegeta a duras penas, tan a duras penas, que ni florece ni da fruto; sólo alguna, rara hoja en las ramas exhaustas dice que todavía un poco de savia sube… Luego, en un mes de Abril, se le ve florecer milagrosamente y cubrirse de numerosas hojas, y se alegra su  dueño, que durante muchos años lo cuidó sin obtener frutos; se alegra al pensar que el árbol está curado y vuelve a la exuberancia después de tanta languidez… ¡Oh, engaño! Después de tan exuberante explosión de vida, sobreviene enseguida la muerte. Caen las flores, las hojas, los pequeños frutos que parecían ya cuajar en las ramas y prometían una pingüe recolección, y con improviso estruendo el árbol, podrido en su base, se viene abajo.

 

Lo mismo hará Israel. Después de siglos de estéril vegetar disperso, se reunirá en el añoso tronco y parecerá estar reconstruido; al fin reunido el pueblo disperso; reunido y perdonado. Sí. Dios esperará esa hora para cortar los siglos. Ya no habrá siglos, habrá eternidad ¡Bienaventurados aquellos que, perdonados, constituyan la floración fugaz del último Israel -de ese Israel que será, después de tantos siglos, de Cristo-, y mueran redimidos, junto con todos los pueblos de la Tierra, bienaventurados con los pueblos de la Tierra que no sólo han conocido la existencia mía, sino que también han abrazado mi Ley como ley de Salud y Vida!

Fuentes: El poema del Hombre-Dios, de María Valtorta, Wikipedia, sitios de fotos gratuitas.

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