Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como sor Juana Inés de la Cruz ( San Miguel Nepantla, 12 de noviembre de 1651 – México, 17 de abril de 1695 ) fue una religiosa de la Orden de San Jerónimo y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura en español. Cultivó la lírica, el auto sacramental y el teatro, así como la prosa. Con muy temprana edad aprendió a leer y a escribir. Perteneció a la corte de Antonio de Toledo y Salazar, marqués de Mancera y 25.º virrey novohispano. En 1669, por anhelo de conocimiento, ingresó a la vida monástica. Sus más importantes mecenas fueron los virreyes De Mancera, el arzobispo virrey Payo Enríquez de Rivera y los marqueses de la Laguna de Camero Viejo, virreyes también de la Nueva España, quienes publicaron los dos primeros tomos de sus obras en la España peninsular. Gracias a Juan Ignacio María de Castorena Ursúa y Goyeneche, obispo de Yucatán, se conoce la obra que sor Juana tenía inédita cuando fue condenada a destruir sus escritos. Él la publicó en España. Sor Juana murió a causa de una epidemia el 17 de abril de 1695.

Biografía

A los 13 años Juana era bellísima, ingeniosa, culta, y muy asediada por los jóvenes, por lo que su familia decidió presentarla a la virreina, la marquesa de Mancera, y pasó a formar parte de su corte de honor. En el palacio, profundizó su educación autodidacta, que se extendió de las letras al campo de la ciencia y la filosofía: el marqués de Mancera contaba que una tarde convocó para una competencia a cuarenta hombres, especialistas en distintas disciplinas, y ninguno pudo superarla.
Se ha discutido mucho los motivos que la llevaron a tomar los hábitos. Uno de ellos, al parecer, fue un amor frustrado por un joven llamado Fabio, que inspiró varias de sus poesías. Lo cierto es que ella misma hablaba de su “total negación al matrimonio” y su profunda vocación para vivir para el estudio, y a los 15 años ingresó en el convento carmelita de Santa Teresa la Antigua, donde transcurrió toda su vida: allí fue donde adoptó el nombre con el que trascendería como poeta, Sor Juana Inés de la Cruz.
Su erudición y su extraordinario talento para la versificación cautivaron a la nueva virreina, la condesa de Paredes, que la convenció de publicar en España una parte de sus poesías: tuvo muchísima repercusión en América y Europa, se la comenzó a llamar Décima Musa y Fénix de México, y también empezó a sufrir críticas y ataques de sus opositores, que no le perdonaban -a una mujer esa época- tanta provocadora dedicación al estudio.
La mayoría de los escritos de Sor Juana se publicaron durante su vida, o en hojas sueltas o en los volúmenes que aparecieron en España. Su poesía está reunida en Obras I, II y III, Neptuno alegórico, Inundación castálida, Dézima Musa. Además, dejó escritos en prosa ( como la Carta atbenagórica y la Respuesta a Sor Filotea ), autos sacramentales ( El divi Narciso ) y comedias ( Los empeños de una casa, Amor es más laberinto ).
Murió de peste, el 17 de abril de 1695.

Las palabras - Guillermo Roux ( fragmento )

Las palabras – Guillermo Roux ( fragmento )

HOMBRES NECIOS QUE ACUSÁIS…

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿ por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal ?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿ Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro ?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿ Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada ?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿ Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído ?

¿ O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar ?

Pues, ¿ para qué os espantáis
de la culpa que tenéis ?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

 

Fuentes: Los máximos creadores: Sor Juana Inés de la Cruz, Wikipedia

Imprimir