Muchas preguntas e intrigas tiene este testimonio: la inusual materialización sobrenatural sobre el cuello del Nostradamus argentino, la presencia, que no se sabe por qué peripecia llegó a las manos del testimoniante, de un Cristo, que, por más que fuera de la época de los zares, pertenecía a un país Ortodoxo, y muchas intrigas más para el Teófilo, el que gusta escrutar y evaluar estas cosas buscando a Dios y sus mensajes tras ellas.

La joyería sacra de los zares era fastuosa y se dice que alguna de ella tendría fragmentos de la Veracruz, por lo que es entonces de entender su poder, para nosotros los creyentes.

Solo a modo de ejemplo:

Icono-relicario de la Cruz Verdadera – Museos del Kremlin de Moscú (monarquias.com)

Este ícono dorado en relieve presenta una preciosa cruz hecha en el siglo XI a partir de un fragmento de la Cruz Verdadera y una panagia con tres piedras del Santo Sepulcro y la cubierta de la tumba de Jesús.

Relicario de la Cruz Verdadera

 

Texto extractado de Dibujos proféticos, Tomo II, de Benjamín Solari Parravicini

Ya en el encierro del lugar, instintivo se aprestó a girar la llave eléctrica de la luz, pero no le fue posible hacerlo, pues sorpresivamente fue impedido por la opresión de una mano fuerte al parecer la que le tomó enérgica del cuello, bajo la nuca, haciéndole girar y andar hasta la mitad del dormitorio.

Nota: en esa época las llaves de luz eran giratorias, como la de la foto:

llave de luz giratoria

Allí de pie quedó detenido por segundos que le parecieron siglos. Después, la mano, renovando su imperio, lo obligó a caer de rodillas sobre el piso y colocar además su frente sobre el mismo lugar.

Nota: así rezan los musulmanes y así enseñó el Ángel de la Paz a orar a los Pastorcitos de Fátima:

Primera aparición del Ángel

Fue en la primavera de 1916 que se apareció el ángel por primera vez en la cueva “Loca de Cabeço”. Subimos con el ganado al cerro arriba en busca de abrigo, y después de haber tomado nuestro bocadillo y dicho nuestras oraciones, vimos a cierta distancia, sobre la cúspide de los árboles, dirigiéndose hacia el saliente, una luz mas blanca que la nieve, distinguiéndose la forma de un joven trasparente y mas brillante que el cristal traspasado por los rayos del sol.

Al acercarse mas pudimos discernir y distinguir los rasgos. Estábamos sorprendidos y asombrados: Al llegar junto a nosotros dijo: “No temáis. Soy el Ángel de la Paz. ¡Orad conmigo!” Y arrodillado en tierra inclinó la frente hasta el suelo. Le imitamos llevados por un movimiento sobrenatural y repetimos las palabras que oímos decir:

-“Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman”. Después de repetir esto tres veces se levantó y dijo: -“Orad así. Los Corazones de Jesús y María están atentos a la voz de vuestras suplicas”. Y desapareció….  (corazones.org)

 

Centrando el muro que por delante tenía el joven caído, pendía un Cristo crucificado. Talla en madera que fuera hurtada del oratorio de la Zarina de Rusia por un exaltado campesino rojo, en los trágicos días de la revolución.

Es difícil entender como semejante pieza histórica llegó a Argentina y a manos de la familia Solari, pero las familias pudientes de la época eran famosas por “tener la vaca atada” (¡llevaban una vaca en el barco a Europa en que pasaban meses, para disponer de leche fresca!, sabían francés, pues era el idioma de moda y se codeaban con grandes personajes europeos).

Tres años después de tal profanación, aquel campesino ruso, luego de sufrir un verdadero “Via Cruxis” ya en éste, halló la coyuntura casual de poder entregar al joven de Leo ( habla en tercera persona de sí mismo, como un relator externo, y el apodo de Leo se lo puso él, y que es de ese signo, denominándose según su edad : el niño de Leo, el joven de Leo, el anciano de Leo ) su Cristo robado, diciéndole: “Cuídelo usted, porque Él me castiga, pídale por mi suerte en este país, estoy arrepentido. Yo sé que lo escuchará. Ansío su perdón, ¡así podré descansar!”

Quién sabe quien sería este inmigrante en nuestro país; de seguro por su arrepentimiento le habrá ido bien.

El niño joven de Leo que,  caído, había quedado sobre el piso de su dormitorio en tinieblas, silencioso, en franca actitud de humillado pecador, exclamó: “¡Oh! Jesús, Dios mio… ¡oh! Jesús … y en ese preciso momento como si el alto Señor le hubiese escuchado, una voz benévola y timbrada, que llegaba de un punto no calculable de la habitación, le dijo: “Hijo, ten fe en la fe, esperanza en los designios, caridad en los sentimientos. ¡Cumple, y serás salvado!

Acallada la voz, la aprisionante mano abandonó el cuello del joven de Leo , quedando éste por rato inclinado en el lugar, así ausente y atontado.

Después, cuando ya en algo se halló recobrado de la sentida emoción, trabajoso se alzó, dio luz al dormitorio cerrado e intacto y pudo entonces constatar ante un espejo dos manchones morados sobre el cuello y sobre la frente las huellas del encerado del piso.

Solari Parravicini El joven de Leo

Solari Parravicini : El joven de Leo

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